Cuando niños queríamos crecer y ser adolescentes. Fuimos adolescentes y soñábamos con ser adultos e independientes. Ahora siendo adultos ¿Quién no quisiera volver a ser niño? Muchas veces nos empeñamos en ser lo que no somos y desear lo que no tenemos.
Esto me hace pensar en que la vida es tan breve como para desgastarla viviendo de este modo. Creo que es mejor vivir con alegría y ser felices con lo que somos y con lo que tenemos. Aunque tampoco tenemos que dejar de soñar. Es importante fijarnos metas en la vida, porque una vida plana, sin motivación alguna, tampoco es vida. Soñar con los pies bien puestos en la tierra hace la diferencia.
Alégrate y enorgullécete por todo aquello que has logrado. Recuerda tu pasado en su justa medida, por los objetivos alcanzados y por los sueños cumplidos y deja atrás todo aquello que por una u otra razón no pudo ser y no le des más vueltas.
Hoy tienes que predisponerte a ser feliz por todo lo que tienes al alcance de tu mano. Mira a quienes te rodean y te aman. Mira la naturaleza que se te ofrece totalmente gratis, para que la disfrutes y no desperdicies los pequeños detalles que al final de cuentas son las grandes cosas que alimentan el espíritu. ¡Vive intensamente cada día! No te acostumbres a la rutina. Siempre hay algo nuevo por descubrir entre lo cotidiano.
Los pensamientos llegan y se van, siguen su camino y desaparecen. No te quedes estancado en pensamientos negativos que no conducen a nada. Llena tu mente de ideas positivas y tu corazón de amor. Deja de lado la negatividad y el rencor que no conduce a nada. Y tampoco importa que no hayas cumplido algún sueño en el pasado porque el día de hoy te da infinitas posibilidades de alcanzar nuevos sueños.
¡Tu realidad es hoy!
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