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Mostrando entradas de octubre, 2013

Tu boca habla de lo que hay en tu corazón

En muchas ocasiones he quedado sorprendida al escuchar cierto tipo de conversaciones en las personas. Las conversaciones más recurrentes son sobre lo material, los lujos, el dinero, los negocios o la clave del éxito. Esas parecen ser sus preocupaciones en la vida, por sobre todo lo demás.  Estas personas parecen tener un corazón asentado en lo material, que vive pendiente de las ganancias, de las cifras y de las ambiciones, que no late por un bello atardecer, por la belleza de las flores, por el vuelo de una mariposa multicolor, por el sonido del viento o el perfume de la primavera.  No digo que lo material no sea necesario para vivir, lo que me parece por decir lo menos "extraño" es por qué aquellos que tienen más, son los más preocupados de lo material, como si les hiciera falta algo, cuando en realidad, les sobra. Por otra parte, hay personas que sólo hablan de catástrofes, de desgracias, de enfermedades, de temas negativos en general. Al parecer lo único que

Lo único absoluto es que nada es absoluto

En la vida todo es relativo, todo es gradual, todo es limitado. Las flores son más o menos bellas. Las palabras son más o menos sabias, amables, verdaderas o hermosas. Las personas son más o menos inteligentes o sinceras. El amor aumenta y disminuye. La felicidad es relativa. Nunca somos plenamente felices. Aunque oímos a veces esta inexacta expresión: "soy completamente feliz". Como queriendo decir: "yo no puedo ser más feliz". Un niño se siente feliz cuando tiene su juguete. Su felicidad es relativa a su edad y al deseo de ese momento. Quizás al minuto de tener ese juguete, ve otro que desea más y ya no se sentirá feliz con lo que tiene. Cuando consigue el segundo juguete su felicidad aumenta. Así va cambiando su meta de felicidad. Los adultos somos niños un poco más grandes. Con cuerpos y deseos más grandes. Con juegos, caprichos y orgullo más grandes. Pero seguimos con los deseos, metas y aspiraciones cambiantes... como el niño. Siempre tendemos a absol