Es un conjunto de síntomas físicos que no tiene una explicación médica y son producto de un malestar psicológico. La persona solo es consciente de sus síntomas físicos y tiene dificultades para admitir que, en realidad, su malestar es psicológico, o no es consciente de ello.
Dentro de los síntomas más comunes de somatización están los gastrointestinales, respiratorios, cardiacos, dermatológicos, sexuales y neurológicos.
Al somatizar el cuerpo nos está dando señales de que hay algo en nuestra vida con lo que no estamos satisfechos/as, es decir, tenemos malestar psicológico de algún tipo. Normalmente, la principal causa del somatizar es reprimir emociones.
La somatización es más probable en personas que experimentan o hayan experimentado situaciones o preocupaciones a las que no son capaces de hacerles frente, por falta de confianza en sí mismas o falta de inteligencia emocional.
En estos casos el pedir ayuda psicológica puede ser difícil, debido a que, al ser los síntomas físicos tan evidentes se suelen tapar con medicación para curar el síntoma en cuestión. Sin embargo, esto no va a la raíz del problema, solo lo cubre. Será la terapia psicológica lo que más ayude para evitar la somatización a largo plazo.
La invitación es a intentar cambiar la forma a través de la que nos relacionamos con nuestras sensaciones físicas y emocionales, lo que se traduce en apagar el piloto automático y comenzar a enfocar tu atención en el momento presente y en lo que está pasando dentro de ti.
Pregúntate a diario ¿cómo estoy? / ¿noto alguna molestia/tensión/dolor a nivel físico?/ ¿dónde lo noto? / ¿es una sensación que lleva acompañándome unos días? / ¿desde cuándo creo que estoy sintiendo esto? / ¿puede estar relacionado con la forma en la que me siento? / ¿qué estoy viviendo que pueda estar afectándome?
La clave es poder entrar en contacto con nuestro cuerpo y revisar qué relación tiene lo que este me dice respecto de lo que estoy sintiendo.
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