El equinoccio de otoño se relaciona con cierres y comienzos. Los árboles comienzan a soltar sus hojas como un mecanismo de autoprotección y ahorro que las plantas activan cuando las hojas ya no les sirven para hacer la fotosíntesis. A medida que caen sus hojas, la planta entra en un estado de baja actividad, con tal de reservar la energía para el momento de volver a florecer.
Internamente nosotros vivenciamos lo que transcurre en la naturaleza.
Los equinoccios son momentos en los que se restaura el equilibrio energético. Son pausas para reflexionar sobre nuestra vida y alinearnos con las cualidades energéticas de la estación que comienza.
Entonces, al igual que los árboles botan sus hojas secas, esta época nos invita a soltar aquello en lo que ya no queremos poner nuestro foco de atención.
Es una invitación a conectar con nuestro interior y hacer un repaso de lo que sirve y lo que no y en todas las áreas de nuestra vida. Es momento de comenzar a despojarnos de todo lo que nos impide seguir creciendo como persona y de continuar el viaje hacia nuestros deseos más profundos.
Es una invitación a afianzarnos, a enraizarnos, a quedarnos con lo esencial y dejar atrás las pesadas cargas para poder avanzar más ligeras, en un estado de conexión profunda con nuestro mundo interior, de amor, serenidad, sabiduría y confianza en que vamos caminando por el sendero correcto.
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