La sombra es un término acuñado por C.G.Jung, y se refiere a a todas aquellas partes de la personalidad que forman el Yo, pero que han sido reprimidas o suprimidas debido a una disonancia, bien a nivel emocional o cognitivo. Es decir, sería como el vertedero en el que acumulamos todas los rasgos y/o características que vamos rechazando.
¿Cuándo se desarrolla la sombra? Se desarrolla durante la infancia, cuando nos identificamos con rasgos ideales concretos de nuestra personalidad. Estas cualidades tienden a reforzarse por el núcleo familiar; de este modo vamos articulando de igual manera nuestra sombra y nuestra personalidad. Pero la sombra acumula las cualidades que no se adecúan a nuestra imagen ideal y que vamos ocultando.
Nuestra sombra viene configurada por las diferentes creencias de nuestros abuelos, maestros, padres, amigos y religiones que determinan un ambiente que nos enseña a tener conductas y /o comportamientos correctos. Cuando rechazamos o reprimimos creencias, sentimientos o emociones, este tipo de aspectos alimentan la sombra.
¿De qué se alimenta la sombra? La sombra se alimenta con las críticas, las comparaciones, los juicios, las evaluaciones, las mentiras o las justificaciones. Cuando eludimos nuestras responsabilidades o buscamos culpar a alguien de nuestros problemas.
Se puede mostrar sólo de forma indirecta, es decir, a través de las acciones o los rasgos de los demás. Por ejemplo, al sentir rechazo ante una habilidad de una persona o cuando algo nos molesta mucho sin un motivo evidente, es decir, sin haber un porqué.
Es muy importante que reconozcamos nuestra sombra, porque de lo contrario nos mantendremos siempre apegados al pasado y a nuestras historias. Reconocer nuestra sombra supone una importante tarea, ya que nos permite encontrar nuestro bienestar, nuestra plenitud. La aceptación nos lleva a la integración. Ver nuestras creencias, nuestras emociones y nuestros sentimientos nos permite encontrarnos a nosotros mismos.
En nuestra vida diaria se muestran escenarios en los que podemos descubrir la sombra en sus distintas modalidades:
* Ante los sentimientos y/o emociones desmedidas con respecto a los demás: “No entiendo cómo puedes llevar esa ropa”, “No me puedo creer que actuaras así”.
* En el feedback negativo de aquellas personas que nos sirven de espejo: “Es la cuarta vez que llegas tarde sin habérmelo dicho.
* Ante actuaciones impulsivas o precipitadas: “No quiso decir eso”, “Lo dije sin pensarlo”.
* Ante situaciones en las que nos sentimos avergonzados y/o humillados: “Me avergüenza su modo de hablarme”.
* Ante enfados desmedidos o desproporcionados por los errores cometidos por los demás: “Siempre comete el mismo error, no sé para qué va a clases extraescolares”.
Te propongo un ejercicio de autoindagación para tomar conciencia de lo que es nuestra propia sombra. Este ejercicio ayuda a entender que lo que más nos molesta o enfada es información sustentada por mi sombra.
Podemos realizar el ejercicio indagando en cuatro aspectos:
¿Qué quiero cambiar de algo externo, mayoritariamente de una persona?
¿Qué es lo que más me hace enfadar o enfurecer?
¿Qué es lo que más temo?
¿Qué me niego a aceptar de los demás o de mí?
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