Tener una rutina es bueno porque nos ayuda a ordenar nuestra vida e incluso a ser más productivos. El problema es cuando esa rutina es muy estricta y deja de ser beneficiosa, porque caemos en una monotonía que nos estanca porque dejamos de afrontar nuevos desafíos y experiencias.
El hecho de estar haciendo siempre las mismas acciones trae consecuencias a nivel físico, emocional y cognitivo. A nivel físico, como el cuerpo se acostumbra a hacer siempre lo mismo pierde agilidad. El ejercicio físico no se disfruta, se vuelve aburrido porque es siempre lo mismo y por lo tanto deja de ser beneficioso. Asimismo, si en nuestra rutina diaria no consideramos hacer ejercicio nos volvemos sedentarios, con las consecuencias negativas que eso conlleva.
A nivel cognitivo, se atrofia el cerebro, porque como trabaja de forma automática, no hay nada que le signifique un esfuerzo o reto. Esto podría ocasionar falta de concentración y atención, pérdida de memoria o falta de creatividad.
A nivel emocional, se pueden generar cuadros de estrés, ansiedad o depresión por la falta de algo novedoso que nos motive y que movilice nuestra energía.
Sabemos que con nuestros múltiples quehaceres y deberes diarios puede ser difícil realizar un cambio en nuestra rutina. Sin embargo, no debemos esperar el período de vacaciones o los días libres para romper la monotonía, sino que podemos hacerlo de a poco y con metas realistas.
Podrías por ejemplo, si te es posible, cambiar la ruta para ir al trabajo, cambiar la forma o el orden en que haces tus labores, puedes dar un paseo para conectar con la naturaleza, salir a comer, proponerte aprender un hobby, darte un tiempo para leer o ver alguna película o hacer una cualquier actividad que no hagas habitualmente. Con solo hacer lo que haces de una manera diferente te ayudará a salir de la monotonía y renovar tus energías.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu presencia.